LAS INSTITUCIONES FUNCIONAN, FUNCIONAN PERO... : LA MUERTE DE JUANERO


Recuerdo muy bien cómo conocí al Juanero, así le decían, y también, cada detalle de lo que ocurrió aquel junio, días antes de mi cumpleaños y que terminé presenciando la muerte del Juanero:
Lo conocí un domingo que fui a La Vega, en Los Ángeles. El hombre tenía una imagen precaria, pero se notaba que no era una persona de la calle. Hablaba bien, no usaba palabras en coa así que me dio buena impresión. Medía alrededor de 1,65 metros, era más bien delgado, de pelo castaño claro, mirada intimidadora, piel blanca. Vestía una parka azul oscura, sombrero y un blue jeans que ya estaba bastante ajado.
Ahí en La Vega me lo presentó un muchacho que vendía verduras. Le pregunté a qué se dedicaba. Me dijo que andaba cesante y tenía problemas; que era de Los Ángeles, que había dejado su trabajo como vigilante, que no lo habían finiquitado, que le debían plata y que estaba prácticamente en la calle. Dormía en una hospedería de donde pagaba $2.000 por noche. Le pregunté si tenía una especialidad.
-No -me contestó-, la verdad es que las veces que he trabajado ha sido de guardia en alguna empresa, pero especialidad no tengo. Le agradecería si usted pudiera darme una manito.
Le dije que vería qué podía hacer. Le pregunté si tenía su cédula de identidad y certificado de antecedentes. Pero no. Me dijo que un día se quedó dormido en la hospedería y le robaron la mochila. La cosa es que pasó el tiempo y me olvidé del tema. Un día pasaba por el costado de la Catedral, cuando lo vi sentado allí donde hay una escalinata. A esa altura se veía que estaba bastante deteriorado porque ya tenía mucho más sucia la ropa. Y era la misma que la otra vez.
-Hola, compadre, ¿cómo está? -le dije.
-Nada, aquí estamos, mal. No me ha ido bien. He estado complicado con el tema del trabajo.
-¿Y tus papeles? ¿No has podido hacer algo? Cargar en La Vega, lo que sea para salir de esa situación.
-No, está complicado, porque en La Vega son grupos que se juntan y no dejan entrar a cualquiera… Ya no tengo plata para pagar la hospedería…
Así que le pedí que me ayudara a limpiar el sitio de la casa. Podía hacerlo solo, pero lo invité por una cuestión humanitaria. Le iba a pagar $20.000. A los pocos días me ubicó en la dirección que le dí, antes de mi cumpleaños llegó, con la misma parka, sombrero y el mismo blue jeans.
Empezamos a trabajar como a las 11:00. Mientras trabajábamos, él decía que iba a sacar sus papeles y que con eso iba a encontrar algo. Estaba súper entusiasmado: no le alcanzaba a pedir una cosa y él ya estaba corriendo. Le pregunté si tenía polola o si era casado. Me dijo que no, que nada, aunque me pareció que se tiró por el desvío. Era muy hermético con sus cosas. Incluso pensé que tenía antecedentes y le daba vergüenza reconocerlo. Cuando me lo encontré en la Catedral le pregunté por su familia.
-¿Sabe, don Luis? A mí no me gusta que me pregunten sobre mi vida privada-, me contestó en seco. Nunca más le pregunté…
De repente, escuché un grito fuerte. Me asusté. Salí y lo vi de pie y temblando, su rostro mostraba la cara de la muerte, esa muerte dolorosa. Me desesperé, grité por ayuda. Ahí cayó. Se quejaba, le costaba respirar. Traté de hacerle primeros auxilios: se estabilizó un poco, pero se quejaba mucho. Me decían que llamara a la ambulancia, pero convencí a una vecina que me ayudara a llevarlo de inmediato al hospital, creo que pasé varios rojos.
Apenas entramos a la unidad de urgencia los médicos se llevaron a Juanero a un box donde empezaron la resucitación. Yo estaba como despegado del suelo…La cosa es que como a la hora me llaman. Me alivié: pensé que ya lo habían estabilizado.
-Mire señor, el paciente no pudo resistir -me dijo el doctor.
Juanero había muerto, yo no sabía de su familia. Era un NN. 
Trámites, si te haces cargo; es como un castigo un acto humanitario en este país, a veces, pasa a ser complejo. La muerte debe ser digna y la sepultación también. El sistema funciona, si funciona, pero lento e indigno.
Hoy en Chile, si tú te haces cargo de una situación como esta es engorroso, debes investigar. Las instituciones funcionan, pero mal. Los ciudadanos podemos ser más eficientes que el sistema. 
Juanero, hombre de la calle, la desesperación por el desempleo y falta de recursos lo llevó a dormir junto a los perros de la vega; pero también la droga, de esa dura. Conocí más detalles de su vida, es cruda, es mejor dejarla hasta ahí.
Juanero descansa en paz.
Me enteré de una realidad: El Servicio Médico Legal, la Policía de Investigaciones y las fiscalías se endosan mutuamente la responsabilidad de notificar a los parientes de las personas que permanecen en la morgue sin ser reclamadas. Al final nadie cumple la misión. Los cadáveres son diseccionados y refrigerados por meses o años. Luego de eso viene el macabro camino que recorren antes de ser abandonados en el cementerio.



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