Un "falte" de
apellido Ananías, describió a sus descendientes una historia que se ha
transmitido de generación en generación y que habría ocurrido en las cercanías
de Traiguén, hacia 1920.
A principios del siglo XX
llegaban a Traiguén grupos de carreteros en caravanas, eran los faltes que
recorrían los campos y pueblos vendiendo géneros, baratijas y otros productos donde eran válidos el dinero y trueque, eran árabes que llegaron como inmigrantes a la
Araucanía desde Jordania, Palestina, El Líbano y Siria, les llamaba
despectivamente “turcos”, pues utilizaron pasaportes de ese país para ingresar
a Chile a dedicarse al comercio.
"El Turco Ananías" ,
vendía sus productos trasladándose en carreta junto a otros compatriotas por
cada pueblo y casa de campo que encontraba en el camino. Realizaba trueque con
ropas y telas, además de productos muy demandados especialmente por las mujeres
de la época. Su situación económica comenzó a concitar las envidias por la
prosperidad alcanzada, se comentaba sobre él innumerables versiones sobre
"pactos con el diablo que habría tenido". Debido a su mejor condición
económica se asoció con un palestino en Lautaro instalando una tienda, mientras
continuaba con su "faltes" entre Lautaro, Victoria, Traiguén y
Lumaco.
Un día enfermó, se estaba
“secando”, perdiendo toda movilidad. Ante la desesperación familiar y el
incierto diagnóstico y tratamiento médico, contrariando toda creencia religiosa
la familia comenzó a sospechar de un especie de maleficio que habría tenido
"el Turco Ananías". Recurrieron a doña Moraima, una
"meica", que vivía cerca de Quichamahuida y que también oficiaba de
partera.
Doña Moraima escuchó a los
tres hijos del Turco, sobre los síntomas y observó al enfermo. Su diagnóstico
fue lapidario, se trataba de un "trabajo" muy bien hecho que buscaba
perjudicar al hombre, que le causaría una muerte lenta y dolorosa. La
"meica" le entregó brebajes, con lo cual el Turco sobrevivía a duras
penas, realizó en la casa una limpieza consistentes en quemar en un brasero una
serie de hierbas con rezos cristianos. Pese a ello, la salud de Ananías se
mantenía, no alcanzando la sanación deseada, había perdido peso y vitalidad.
La familia de "El
Turco", continuaba con la próspera tienda y falte, llegando entre las
conversaciones con los clientes de Traiguén a establecer que cierta persona
habría realizado un maleficio. Supuestamente habían antecedentes sobre un
hombre que habría provocado el mal por deudas contraidas con Ananías; eso se comentaba entre los
vecinos. El hombre asustado por la presencia de "doña
Moraima", mujer de mucho prestigio y poder logró con su ayuda revertir el maleficio.
Doña Moraima, explicó que el
"trabajo" realizado en contra de "El Turco", se habría
ocasionado por el ingreso de un espíritu malefico. Para sacarlo, realizó un
rito que solo ella conocía. Lo extraordinario fue que a los pocos días "El
Turco Ananías" había sanado; sin embargo, doña Moraima cayó gravemente enferma
de tuberculosis, muriendo al poco tiempo.
La muerte de la
"meica" fue atribuida a la venganza del espíritu que habría habitado
el cuerpo de "El Turco", éste luego de haber sanado se convirtió al
cristianismo católico, trasladándose en su vejez a la ciudad de Chillán con
toda su familia.
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