Viajando
en el bus encontré en el notebook un apunte de una charla del Premio Nacional
de Ciencias Humberto Maturana. Me la enviaron hace algún tiempo, lo edité para para publicarla.
Se refiere a la importancia de que los niños crezcan en un espacio que acoja, escuche,
se diga la verdad y donde sus preguntas sean contestadas. “Sólo así se
transformará en una persona reflexiva, seria y responsable”.
El futuro
de la humanidad
“Los
niños, niñas y jóvenes se van a transformar con nosotros, con los mayores, con
los que conviven, según sea esa convivencia. El futuro de la humanidad no son
los niños, somos los mayores con los que se transforman en la convivencia”.
“Nosotros
hoy somos el futuro de la humanidad. Los niños se transforman con nosotros. Van
a reflexionar, van a mentir, van a decir la verdad, van a estar atentos a lo
que ocurre, van a ser tiernos, si nosotros los mayores, con los que conviven,
decimos la verdad, no hacemos trampa, o somos tiernos”.
Por lo
tanto, el enseñar, como parte de la convivencia, es indicar, apuntar la mirada,
guiar la reflexión, pero “en cualquier caso los niños se van a transformar con
los mayores con los cuales conviven”.
“Cuando
decimos que amar educa, lo que decimos es que el amar como espacio que acogemos
al otro, que lo dejamos aparecer, en el que escuchamos lo que dice sin negarlo
desde un prejuicio, supuesto, o teoría, se va a transformar en la educación que
nosotros queremos. Como una persona que reflexiona, pregunta, que es autónoma,
que decide por sí misma”.
Maturana
explica que una de las cosas que surge del lenguaje es la conciencia. Y que
existen dos preguntas fundamentales que los niños viven. Una de ellas es “¿mamá
cómo se hace?, lo que revela que el niño quiere hacerlo bien. “Todos queremos
hacer bien las cosas que sabemos y por eso preguntamos”.
Y la otra
pregunta es la que le hace la mamá o el papá al niño: “¿Te das cuenta de lo que
estás haciendo?”. “Esa es una pregunta maravillosa, lleva la mirada sobre sí
mismo. Abre el espacio de la reflexión”.
“Amar
educa. Si creamos un espacio que acoge, que escucha, en el cual decimos la
verdad y contestamos las preguntas, nos damos tiempo para estar allí con el
niño o niña, ese niño se transformará en una persona reflexiva, seria,
responsable que va a escoger desde sí”. Porque el acto de escoger es fundamental
y constituye un acto de conciencia, asegura el Premio Nacional de Ciencias
Exactas. “El poder escoger lo que se hace, el poder escoger si uno quiere lo
que escogió o no, ¿quiero hacer lo que digo que quiero hacer?, ¿me gusta estar
dónde estoy?”, son algunas de las preguntas que aparecen”, explica Maturana.
El origen
de los problemas
Maturana
también dice que los problemas humanos nunca son de inteligencia, sino
corresponden a conflictos de emociones. “Son todos conflictos de deseos y se
resuelven con la reflexión”.
Los
humanos hacemos teorías, es decir, constructos lógicos que se fundan en
premisas básicas aceptadas a priori desde la emoción. Y para resolver las
discrepancias con los otros “hay que ver las coherencias del ámbito en el cual
estamos hablando”.
Si no nos
podemos poner de acuerdo, es porque estamos en ambos teóricos distintos.
Estamos argumentando desde premisas básicas diferentes. “Y la única solución es
mirar desde donde estamos diciendo lo que estamos diciendo”.
Se le preguntó
cómo transformar la política pública en educación que está volcada a los
indicadores. Respondió “conversando”…
“el colegio de profesores se transformó a lo largo de la historia en un
sistema gremial, pero en su origen era un sistema de reflexión académica sobre
la educación. Un modo de conversar sobre lo que hacemos. Porque si no
conversamos ¿qué diremos ante las autoridades gubernamentales?”.
Por lo
tanto, lo que hoy hay que responder es “¿qué queremos con la educación”. Es
decir, saber si queremos formar jóvenes que se preparen para la competencia del
mercado laboral o para una convivencia democrática, honesta, de mutuo respeto,
en la colaboración, en la reflexión.
“Ese es
nuestro tema, tenemos que conversar. Pero no tenemos que tratar la conversación
como algo banal (…) Tenemos que atrevernos no en una huelga, sino en la
conversación y la reflexión”,
“Para que
el amar eduque hay que amar y tener ternura. El amar es dejar aparecer. Darle
espacio al otro para que tengan presencia nuestros niños, amigos y nuestros
mayores”.
Por eso,
la educación es la tarea más importante de un país. “Define el ámbito de
convivencia en el que ese país se va constituyendo, momento a momento, día a
día”.
Como yo lo
había mencionado anteriormente, en este ámbito la reflexión juega un rol
fundamental porque permite mirar dónde estamos. “Si no reflexionamos vamos a
caer en un fanatismo, en un ámbito de autoridad absoluta para el que otro
obedezca”. Pero a nadie le gusta
obedecer, porque es una negación de sí mismo. Sin embargo, en el colaborar
“tengo presencia, soy libre, escojo”, lo que recordó que es importante aplicar
en la crianza de los niños.
“La
educación es una transformación en la convivencia y seguirá un camino u otro
según la teoría desde las cuales actuemos. Las teorías no son superfluas,
definen el espacio en el que nos movemos y las aceptamos. Pero si aceptamos las
teorías aceptamos las premisas básicas desde donde se constituyen, de modo que
tenemos que ser siempre, o deberíamos ser capaces, de preguntarnos las premisas
básicas desde donde se construyen las teorías, el sistema lógico con el cual
fundamentamos lo que hacemos”.
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