Una divertida anécdota de Arturo Alessandri Palma: "Tres palabras solamente, tres palabras"



El presidente Arturo Alessandri Palma era un gran orador y gustaba discursear sin pausas frente a multitudes enfervorizadas. Era un tribuno algo demagogo, pero efectivo. Consciente de su poder, siendo Presidente de la República, decidió encabezar la campaña parlamentaria de su tienda política ya que necesitaba urgentemente contar con mayoría en el Congreso. A bordo de un tren recorrió ciudades y pueblos entre Santiago y Chillán, deteniéndose en cada estación ferroviaria donde le esperaba una multitud anhelante por escuchar sus peroratas:  "Chusma inconsciente",  " jauría de perros hambrientos "

Al regresar desde Chillán a la capital, habiendo ya discurseado en cuanta estación existía en aquel trayecto, el tren tuvo que detenerse en Curicó para recargar carbón y agua, por lo que esa parada demoraría solamente algunos escasos minutos. No obstante, un enorme grupo de adherentes rodearon el último vagón exigiendo al mandatario pronunciar algunas palabras. Ni corto ni perezoso, Alessandri apareció en el descanso final del vagón dispuesto a hablar, pero el griterío era ensordecedor y, para colmo de males, el conductor del tren hizo sonar el silbato indicando que la máquina volvía a ponerse en marcha.

Desesperado por ambos hechos, Alessandri gritó a viva voz: “Tres palabras solamente, tres palabras solamente”. Pero la masa seguía vivando y chillando de alegría, impidiendo al Presidente imponer su voz por sobre el griterío general. Además, el tren comenzaba ya a moverse. “Tres palabras solamente, tres palabras”, insistía a grito pelado el mandatario, francamente molesto porque el gentío le impedía hablar.

La muchedumbre comenzó a bajar sus decibeles en el mismo momento que el convoy aceleraba su andar. “El León nos dirá tres palabras, amigos…guardemos silencio y escuchemos a nuestro Presidente”, voceó uno de los concurrentes que estaba en las primeras filas. “Tres palabras nada más”, insistió Alessandri, mientras el tren aumentaba su velocidad…y cuando hubo silencio suficiente (con el tren acelerando su andar), Alessandri, molesto hasta el tuétano por no haber podido discursear, gritó por fin esas famosas tres palabras: “¡¡Curicanos de mierda!!”.

Fuente: wikicharlie


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