LA LEYENDA DEL SALTO DEL RÍO QUINO



  Dicen los antiguos que antes de la existencia del salto del río Quino, había un terreno llano con grandes árboles por donde cruzaba el río. El cacique del lugar era un hombre muy respetado por su sabiduría, mantenía la paz entre los mapuches y la armonía con la tierra, lo que era recompensado con hualles, avellanos, boldos  y un río colmado de peces como los pejerreyes y animales en su entorno.

  El cacique cada vez se encontraba con menos fuerzas, vivía cercano al río Quino, tenía varios hijos y una hija que se caracterizaba por su belleza, bondad y dulzura. Ella entendía el lenguaje de los pájaros y luego de enseñar a los niños los secretos de la naturaleza, amaba caminar por las tardes en las orillas del río. Tenía muchos pretendientes dentro de su comunidad; sin embargo, a ninguno quería. Una noche un sueño le mostró a un hombre de gran bondad que vendría  desde más allá del río, un hombre distinto, de un mundo diferente y cada mañana cuando el sol aún no reflejaba sus rayos en las aguas del río, ella salía a conversar con las aves y les contaba de sus sueños y anhelos. Pero  la tristeza invadía su corazón, ya que era costumbre que a su edad debía contraer matrimonio y su padre cada día perdía su poder por el paso de los años, era el tiempo indicado según la tradición.

  Al poco tiempo, llegó un lonco desde lejos, venía con una gran escolta de guerreros a pedir la mano de la niña. El padre quedó encantado con la apuesta figura del hombre y con las riquezas de que era poseedor, además prometió a cambio defender con sus guerreros a la gente del lugar, pues los huincas venían desde el norte arrasando con los mapuches y tierras, e instalaban un camino de fierro para máquinas que llevaban el progreso por donde pasaban.

  Todo ello entristeció a la niña y sintió la necesidad de ir a consultar a la machi, ella le dijo que “si quieres a tu padre tienes que hacer su voluntad, pero tu bondad presiente un mal en este hombre guerrero, has de ponerlo a prueba, y entonces debes hacer un puente con gotas de rocío y hebras de tu pelo iluminados por la luna, sin molestar al espíritu del agua”. Así lo hizo, el hombre cruzó el puente y al momento el viejo cacique la entregó a ese extraño y la comunidad tuvo algarabía, y ella una profunda tristeza pues debía partir a tierras lejanas en guerra. La doncella invadida por una fuerza sobrenatural, le da un beso de despedida a su padre y corrió hasta el río; metiéndose en él se hundió en el lecho. Al instante la machi inició un canto y lanzó un trozo de palqui mágico al agua. Se escuchó un gran estruendo, con miles de rayos que provocaron un gran hundimiento del río, haciendo que en el lugar donde estaba la doncella, surgiera un gran salto de agua.

  Al transcurrir el tiempo, luego de una cruel batalla con muertes y desolación, llegó un huinca de gran bondad con los mapuches, éste trazaba el camino para la máquina humeante y se preocupaba del bienestar de la comunidad, respetando sus tradiciones y costumbres. Al escuchar la historia, el hombre decidió hacer un puente cercano al salto del río Quino en honor a la doncella mapuche. 

  Durante la construcción del puente ferroviario y luego de la defensa que hace el lonco de esas tierras, toma prisionero al huinca y tras un lanzazo lo arroja al río desde la altura, perdiéndose en las aguas del Quino.  Al instante el cielo se oscureció y la doncella apareció sobre las aguas con un gran resplandor junto al huinca; se había cumplido la profecía del sueño, el huinca era el hombre que vendría desde más allá del río con amor eterno. Desde ese momento en las profundidades del salto quedaron atrapados la hermosa doncella con el hombre huinca; a ambos se les puede ver en el salto del río Quino, especialmente en días de luna llena se reflejan sus almas en las aguas calmas y cristalinas. Dicen que ella viste sus más hermosas prendas con una delicada chasquilla y luminoso cintillo blanco, con aros de plumita verde, símbolos de su pureza y signo del color de los milenarios árboles que alguna vez existieron. Los lugareños indican que sólo los enamorados de verdad pueden observar desde el puente a la doncella mapuche dormir en el fondo del río a la puesta del sol, especialmente en días de agua pura bajo el puente ferroviario, desde donde irradia paz a los corazones de quienes alguna vez fueron enemigos en estas tierras araucanas.










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