Adoquines de Traiguén: “Puede que la gallina de los huevos de oro se muera”.

 Publicamos una colaboración relacionada con los adoquines de Traiguén:
Parece ser que pocos han reparado que los adoquines realzan por su belleza las calles  de Traiguén y en otras regiones y países  son verdaderos monumentos. En efecto, bajo el asfalto que en mala forma ha pretendido servirnos, yacen los adoquines, mudos testigos de más de un siglo. Se dice que bajo los adoquines está la historia.
En 1905, siendo alcalde Germán Terpelle Burnker , se inician las obras en la calle Santa Cruz entre Pérez y Brasil, para la colocación de los primeros adoquines en Traiguén a cargo del contratista Ramón Batista. Entonces, desde esa época midamos el paso de tantos acontecimientos hasta nuestros días. 
 El noble adoquín en las calles son un homenaje a nuestro pasado, a nuestra historia, y un hermoso marco para recordar el esfuerzo de hombres y mujeres traigueninos, de no mediar un cambio en la visión patrimonial, seguiremos añorando: “cuando Traiguén era el granero de Chile... cuando tuvo uno de los primeros ferrocarriles eléctricos... cuando fue una de las ciudades más prósperas del país... cuando tuvo un importante regimiento... cuando recibía a los más importantes intelectuales y políticos del país... cuando tuvo una de las líneas férreas que le dio prosperidad al Chile Balmacedista... etc. y, prontamente diremos cuando habían adoquines”. Sin duda, será una pérdida, pero ganaremos pavimentación participativa, progreso y cuidado a la suspensión de los vehículos. 
 Detrás de cada adoquín existieron obreros encargados de producirlos en la cantera donde había picapedreros; barrenistas; marroneros (para partir las piedras usaban una maza de 10 kilos denominada “marrón”); patarristas (eran los que agujereaban la piedra para colocar dinamita) y los zorreros, que manejaban las zorras que bajaban la piedra desde los cerros. La historia nos dice que existió explotación de esos obreros con fuertes conflictos gremiales y huelgas por mejores condiciones de trabajo. Muchos de ellos murieron por accidentes o enfermedades asociadas a los grandes pesos que debieron soportar.
Como se ve, los adoquines de Traiguén no es sólo piedra; también carga mucha vida y pasado. Y dentro de ese pasado muchas oportunidades de futuro, a lo mejor “puede que la gallina de los huevos de oro se muera”.  
 Para algunos eso es otra historia. Sigamos el ejemplo de tantos países, como Argentina, que en Buenos Aires han logrado salvar un 20% del original pavimentado mediante adoquines. Tal vez es bueno seguir el ejemplo de París, Londres, Bruselas, Roma y tantas otras ciudades europeas donde se aprecia el respeto hacia los adoquines. En San Juan, Puerto Rico, dicen: "Nuestros adoquines tienen siglos, tienen historia, tienen su simbolismo; lo que no tienen es el respeto de nosotros". En la ciudad de Concepción se vivió un proceso similar al de Traiguén y hoy hacen el esfuerzo de conservarlos.
 Un equipo de arquitectos y profesionales de las comunicaciones formado por Patricio Pezo Dalmazzo, Paulina Navarrete y Juan Pablo Pezo Dalmazzo, hace público un interesante mini-documental, donde se expone lo que ocurrió en Concepción con respecto al tema de los adoquines. Échale un vistazo a continuación:

                                                                                              Colaboración: Juan Salvatierra S.

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