UN CRIMEN QUE ORIGINÓ UNA DEVOCIÓN POPULAR QUE SE MANTIENE

El funeral de las profesoras Anita Figueroa Saavedra y Carmen Luisa Olivares, el 8 de diciembre de 1966, asesinadas en la Escuela 122 de Cuñibal, camino a Santa Bárbara, es un hecho que preocupó al país y en particular Los Ángeles, impactó profundamente a la sociedad angelina. 
Ambas profesoras poseen la única “animita” del Cementerio General de Los Ángeles, Chile; el lugar es visitado constantemente para expresar "gracias por favores recibidos". La devoción es muy popular.
El 6 de diciembre del año 1966, Anita Figueroa y Carmen Luisa Olivares, las dos jóvenes profesoras de la escuela, luego de despachar a los alumnos de la jornada de la mañana, seguirían con las clases de la tarde, sin embargo, la situación cambió. Aladino Burgos Figueroa de 16 años, ex alumno de la Escuela, acompañado de José Ángel Rodríguez Cifuentes de 26 años asesinan a las docentes para robar 300 escudos (dinero de la época) que una de ellas recibió. Se sumaba el hecho que Aladino, se había sentido humillado por una carta había escrito para su novia, también compañera de curso y que una de las docentes leyó, amenazándolo con expulsarlo, pues en la escuela no se podía pololear. Al poco tiempo el joven abandonó la escuela aduciendo motivos familiares. Esos fueron los motivos para el asesinato.
"Los victimarios buscaron el dinero y se van dejando a las profesoras heridas de muerte, no manifestando arrepentimiento", dice carabineros en la época.
El funeral de las Profesoras se realizó dos días después de los crímenes y congregó a gran cantidad de angelinos.
José Ángel Rodríguez Cifuentes se entregó voluntariamente a Carabineros, en Mulchén, Por su parte, Aladino, tras los asesinatos asistió a la festividad religiosa de la Purísima en San Carlos Purén, mientras paralelamente en el Cementerio General de Los Ángeles una procesión seguía los féretros con los cuerpos ultrajados de las mártires, luego fue arrestado en la casa de sus padres, no se resistió ni se mostró especialmente afectado.
Ambos fueron declarados culpables de homicidio simple y robo con homicidio, además se consideró el agravante de que cometieron el crimen actuando sobre seguro.
José Ángel Rodríguez Cifuentes estuvo detenido hasta 1985, año en que obtuvo la libertad condicional. Más tarde, en el 2000, fue procesado nuevamente por el delito de homicidio frustrado, en la localidad de Rengo, y condenado a 3 años y un día. Finalmente, es asesinado en la cárcel al estar preso nuevamente por una condena por robo. 
Aladino Burgos Figueroa está libre en la actualidad.
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QUÉ SE DICE HOY DE ESTE CRIMEN
La familia de Aladino vivía en un campo cercano al lugar de la escuela. Los papás trabajaban en un fundo llamado el Olivo. El hijo del dueño del fundo supuestamente cometió el delito y para salvar "el pellejo del hijo" culpó a Aladino que prácticamente era un niño. Los padres de Aladino no se pudieron negar a la petición del patrón. Dicen que hay que considerar el año que ocurrió ésto los pobres solo obedecían. Aladino se habría culpado a cambio de la compra de un terreno en la ciudad de Los Ángeles.

Quienes conocen a Aladino manifiestan que es una excelente persona, buen padre y abuelo. Vecinos piensan que nunca habría cometido tan deleznable hecho. Testimonios:
"Que terrible la maldad que hizo con ese hombre, el dueño del fundo culpó a un inocente para tapar el crimen que cometió su hijo. Dicen que éste huyó al extranjero, sus padres de origen alemán lo habrían protegido de esa forma".
"No sé... pero aquí en la tierra se cometen muchas injusticias. Con plata tapan todo, pero de la justicia de Dios nadie se escapa. Pobre de ese rico, lo que le espera, a Dios no lo podrá comprar con dinero, es un hombre malo, abusar de la necesidad de esas personas".
"Me da pena, pero los únicos culpables fueron los dos jóvenes y nadie más, no hay nadie más involucrado. Lo demás son solo inventos de la gente de esa época".
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