LEYENDA DEL PEHUÉN

Se cuenta  que antiguamente, los Pehuenches, que habitan Santa Bárbara y el Alto Bío Bío pensaban que los piñones eran venenosos. El Pehuén o Araucaria era sagrado y su sombra muy respetada. La creencia popular dice que existió mucha hambre en el pasado de los pehuenches, produciéndose una gran enemistad dentro de ellos por los alimentos, además, los niños y ancianos morían, así como no nacían niños, había infertilidad entre ellos.

Los más jóvenes salían a buscar alimentos no encontrando. Uno de ellos Ñancucheo volvía desalentado y se encontró con un anciano de larga barba blanca ¿Que buscas Ñancucheo? le preguntó el anciano, a lo cual el joven pehuenche le contestó "Algún alimento para mis hermanos de la comunidad que mueren de hambre. Por desgracia no he encontrado nada". 

Y tantos piñones que ves en el suelo bajo los pehuenes ¿ No son comestibles ? " Los frutos del árbol sagrado son venenosos, abuelo", contestó el joven.  Hijo le dijo el abuelo "ahora en adelante serán alimento como un don de Nguenechen. Los hierves en agua para que se ablanden, o tostados al fuego y tendrás un manjar delicioso. Guárdalos bajo tierra y tendrán comida todo el invierno".

Dicho esto, el anciano desapareció cobrando forma de viento puelche que se desvanece. El joven Ñancucheo siguiendo el consejo, recogió gran cantidad de piñones y los llevó al cacique explicándole lo sucedido. Enseguida reunió a toda la comunidad y el jefe contó lo acaecido diciendo: "Nguenechén ha bajado a la tierra para salvarnos. Seguiremos sus consejos y nos alimentaremos con el fruto del árbol sagrado, que solo a él pertenece". 

En seguida comieron en abundancia piñones hervidos o tostados, haciendo una gran fiesta, los hombres y las mujeres recuperaron su fertilidad y los pehuenches comenzaron a multiplicarse. Desde entonces desapareció la escasez y todos los años cosechan grandes cantidades de piñones que guardaban bajo tierra y mantienen frescos durante mucho tiempo. También aprendieron a fabricar con los piñones el chahui, bebida fermentada.

Se dicen que fueron tiempos de paz y los pehuenches fueron, cada vez, abarcando mayores territorios junto a los piñones que desde entonces son sus aliados contra el hambre y la infertilidad. 

Cada día, al amanecer, con un piñón en la mano o una ramita de pehuén, los pehuenches deben pedir mirando al sol "A ti te debemos nuestra vida, y te rogamos a ti, el grande, a ti nuestro padre, que no dejes morir a los pehuenes y danos la vitalidad para multiplicarnos. Aumenta a nuestros descendientes, cuya vida te pertenece, como te pertenecen los árboles sagrados". 

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