La Iglesia Maldita de Cartagena

Ha pasado tanto tiempo en ruinas allí, de cara a la otrora aristocrática Playa Chica y en la entrada al camino hacia San Antonio, que a muchos puede parecerle que siempre ha estado así: reducida a menos de la mitad de lo que alguna vez fue y posesa de extrañas fuerzas que -según la leyenda que se tome por cierta- la llevan a quemarse o derrumbarse inevitablemente, cada vez que se intenta ponerla otra vez en servicio o techarla. Ya es un símbolo de Cartagena, el balneario ahora tan populoso de la Zona Central.

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Madre pasea con sus hijas por la Playa Chica de Cartagena a principios de 1900. Al fondo, la Iglesia del Niño Jesús. Archivo Museo Histórico Nacional.


Cartagena y sus alrededores están llenos de leyendas sobre pactos diabólicos y maldiciones. Ni el poeta Vicente Huidobro y su empinada tumba se salvan. No es raro que la ruinosa Iglesia del Niño Jesús, entonces, también esté salpicada de esta fama. 

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Roqueríos bajo la Iglesia en 1933, se puede sin techumbre. Autor desconocido.



Se habla de un tal Eugenio Berguesio que, agobiado por las deudas de una mala racha en su vicio por los juegos de azar y las apuestas, se vio en la urgencia de hacer un pacto con el mismísimo Amo de las Tinieblas para poder cambiar su suerte desafortunada. Al conseguir girar su destino y hacerse de mucha fortuna, Satanás le pidió como pago a los favores construirle una iglesia cristiana justo en el lugar donde se encuentra ésta, allí en el balneario, pero con un detalle intrigante: que el templo no tuviese techo. Según la leyenda, sería por ello que la ruinosa iglesia sigue así hasta ahora, con su extraño y único aspecto. Cada vez que intentó colocársele techo, cayó derrumbado por terremotos o abrasado por el fuego.
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Veraneantes en la Playa Chica en 1910. Foto Archivo Museo Histórico Nacional.


Otra leyenda adjudica el pacto demoníaco a dos hermanas, en un desesperado intento por salir de la pobreza. Surtió efecto, pero cuando se aproximaba el momento en que debían entregar su alma en pago conforme a lo contratado, ambas cayeron en pánico y desesperación, buscando eludir semejante compromiso. Aterradas, fueron hasta donde un sacerdote del lugar a pedirle ayuda para salvar sus almas. Éste les sugirió destinar todo ese dinero mal habido a la construcción de una iglesia, que coincidiría con la del Niño Jesús de Playa Chica. Así lo hicieron, y esto puso furioso al Diablo, que de todos modos partió a cobrar su paga por los favores.

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Cartagena en 1918, Archivo Biblioteca Nacional.

La historia continúa diciendo que las mujeres intentaron refugiarse dentro de la misma iglesia que construyeron, sabiendo que el Príncipe del Infierno no puede entrar a los templos; sin embargo, éste maldijo al edificio, le arrancó sus techumbres y lo condenó a jamás poder tener techo, incendiándose cada vez que lo volvieran a colocar.Con la iglesia al descubierto, no le fue necesario entrar para vengarse de las hermanas allí refugiadas, convirtiéndolas en lechuzas que siempre ven los curiosos rondando en el sector de la cruz del altar mayor, especialmente en las noches de tempestades y lluvias.

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Año 1941, de fondo la Iglesia en buen estado. Foto Felipe Valdivia Sotomayor, Archivo Enterreno.


Es así como la Iglesia del Niño Jesús ha pasado a ser llamada "La Iglesia del Diablo" o "La Iglesia Maldita de Cartagena" por algunos de los propios habitantes de este lugar, sin que existan intenciones a corto plazo de levantarla otra vez, por lo que se ve, a pesar de que ha resistido ya tremendos terremotos, saqueos, vandalismo y los grandes cambios que se reconocen en su entorno observando fotografías de otras épocas tomadas a la Playa Chica, en sus años de elegancia y opulencia.

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Vista del borde costero y fachada lateral de la iglesia en los años 30s. Autor desconocido.


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