En 1802 Bernardo O’Higgins llega de Inglaterra a hacerse cargo de la Hacienda Las Canteras, convirtiéndose vecino de Los Ángeles y dedicándose por casi una década al cultivo del campo y la ganadería. Desde su llegada se convierte en un influyente hacendado, se le describe con un perfil que inspiraba respeto por su educación, pese a su escasa estatura de 1.58 metros, se valoraba su dominio de idiomas como el inglés, francés y mapudungun. Era extremadamente ordenado y riguroso en el trabajo, respetuoso y afectuoso con los campesinos e indígenas. Fue muy amigo del cacique Coñuepan, acogiendo en su casa a niños mapuches huérfanos. Era un buen jinete y " se cubría con el poncho chileno. Sólo en días festivos, residiendo en el campo, solía ponerse levita para asistir a la misa. Cuando montaba a caballo se ceñía espuelas". Gustaba vestirse de huaso y montar su caballo.
Para la época fue un revolucionario en todo orden de cosas. En la Hacienda Las Canteras introduce nuevas técnicas para los cultivos, el apotreramiento de las tierras, la rotación en el uso del suelo, plantó vides y produjo vino; en una de sus cartas decía: "Aquí me estoy regalando con el mosto que está muy particular" dando cuenta de la calidad de su producción; también, construyó bodegas y promovió el uso de herramientas metálicas para labrar el suelo y desarrollar obras de regadío. Por ello, la productividad y valor de la hacienda mejoró notablemente. Ello da cuenta de una visión distinta a la de muchos hacendados de la época, conoció en Europa las transformaciones de la revolución industrial, las máquinas a vapor, sabía cómo guardar los excedentes de producción agrícola y llevar una rigurosa contabilidad del campo. Incomprensible para la época era su preocupación por establecer basureros.
Pero, no todo era producción agrícola, don Bernardo hacia el año 1808 tiene con la sirvienta mapuche Patricia Rodríguez, una hija llamada Petronila Riquelme, nacida en la Hacienda Las Canteras, es bautizada en la iglesia de Los Ángeles, doña Isabel Riquelme le entrega su apellido.
Lamentablemente, su partida de bautismo fue destruida en un incendio a consecuencia del ataque del Ejército Realista a la ciudad. Fue apodada como “Petita” y tenía una relación cariñosa con O'Higgins y con doña Isabel Riquelme, Patricia y su hija Petronila formaban parte del núcleo más cercano de los O'Higgins, aunque ambas en calidad de servidumbre. No obstante, según dicen algunos investigadores “el estatus de Petita debió ser especial en este hogar, como se comprueba, por ejemplo, que durante su niñez y adolescencia, Petita tiene que haber recibido una educación suficiente para aprender a leer y escribir”. En la época, se estilaba no reconocer a los hijos naturales, pero se los acogía en la casa, en la familia y se les daba educación.
La viajera inglesa María Graham describe en su diario cómo la pequeña se arroja a las rodillas de O’Higgins y éste les habla en mapudungun. Petronila y una hija de un cacique... “comen en una mesa baja y son tratadas con tanto respeto como las señoras de la casa”, dice la inglesa.
El 19 de julio de 1823, la niña Petronila se embarca en la corbeta Fly con los O’Higgins rumbo al exilio a Perú. Con 26 años, contrae matrimonio con José Toribio Pequeño, un joven criollo peruano de buena familia, quien se había convertido en el administrador de las haciendas de O'Higgins en Perú. Por lo anterior, los descendientes directos de Bernardo O´Higgins en Chile, llevan el apellido Pequeño.
En la actualidad existe la certeza histórica de la paternidad de Don Bernardo. Solo a la muerte de Petronila, se le reconoce el lazo con Don Bernardo. Al morir éste en el exilio en Perú y antes de arribar a Valparaíso, Petronila falleció a bordo del barco en que viajaba a Chile. El diario "La Patria" señaló: "En el vapor Perú, que fondeó la tarde del lunes, llegó el cadáver de doña Petronila Riquelme O'Higgins de Pequeño hija, según se nos dice, del ilustre general Bernardo O'Higgins. Esta señora se embarcó algo enferma desde el Callao con destino a Valparaíso y falleció siete millas antes de llegar a puerto"; el acta de defunción de 1870 que se encuentra en el archivo del cementerio de Valparaíso, donde se la sepultó, ratifica este hecho.
Bernardo O´Higgins estaba preocupado de hacer producir su hacienda cuando se inicia la guerra de Independencia y logrando una estrecha relación con su madre. En plena campaña de la Patria Vieja, acuartelado con su destacamento en Canteras escribe cartas muy afectuosas dirigidas a doña Isabel Riquelme, en ellas manifiesta mucha preocupación por la productividad del campo. También elaboraba excusas para no cumplir como diputado en una de sus reuniones, quedando clara la complicidad que logra con su progenitora. En carta fechada el 31 de mayo de 1812 el prócer solicita a su madre hacer correr el rumor que está enfermo de reumatismo en un brazo "...para que me sirva de excusa, y no verme en la obligación de concurrir a la Junta de diputados", finaliza argumentando cansancio y falta de recursos.
O’Higgins llevó de Santa Bárbara, Chillán y Los Ángeles a mucho de sus trabajadores, que serían parte de su regimiento, también a familias de origen pehuenche y mestizos. Familias como los Díaz y Riquelme que -aún se encuentran en la zona- atesoran el conocimiento de huellas y caminos trazados por don Bernardo, así como un castaño plantado supuestamente por éste.
Bernardo O´Higgins, fue el primer alcalde, diputado y creador del primer destacamento patriota que tuvo la ciudad de Los Ángeles, pues en la época se iniciaban las primeras acciones de la guerra de Independencia.
En base al testimonio de un vecino de la época podemos conocer los hechos que se produjeron el 23 de mayo de 1813, cuando la ciudad en poder de los realistas fue tomada sin un solo disparo por O´Higgins y sus hombres. Don Bernardo con el grado de coronel de Ejército, al mando de 46 hombres más otros 20 milicianos que se le plegaron en el vado del Salto del Laja, tomaron el fuerte, situado en donde hoy se sitúan los edificios públicos de Los Ángeles. Don Luis Valencia Avaria describe así la captura de Los Ángeles:
"O´Higgins ocultó a sus hombres en una quebrada al extremo norte del pueblo y despachó a Morales, su asistente, a obtener información. Supo así que el puente levadizo del fuerte estaba bajo. Eran las 9 de la noche y don Bernardo con Soto, su hijo y dos milicianos cruzó entonces la plaza, pasó delante de tenduchos malamente iluminados y llegó junto al centinela del puente. En la oscuridad y a las demandas del soldado sólo replicó "Yo". Ante la insistencia del guarda, "quién es yo?", acercó su cabalgadura, diciéndole: "No me conoces?". El hombre, intrigado, hizo esfuerzos para examinarle, pero vio enseguida la pistola que O´Higgins le mostraba. En silencio el soldado entregó su fusil y se puso a sus órdenes, es decir, se pasó del bando realista al patriota.
La cuadrilla cruzó el puente, lo levantó y siguió al cuerpo de guardia. Nadie había: sólo los fusiles adosados a uno de los muros, pero en la pieza contigua unos soldados realistas conversaban en torno a un brasero. A la voz de: "¡Viva la patria amigos!, pusiéronse de pie y en la semioscuridad se les acercaron, tomándoseles por bromistas. ¿No me conocen? Yo sí les conozco y sé que son buenos patriotas". Le reconocieron asombrados: "Si es el señor don Bernardo!".
O´Higgins les aseguró que comandaba una fuerte división, que dominaba el pueblo y que el gobernador sería su prisionero. Entretanto, Soto y los suyos habían ido en busca del comandante realista, quien se entregó, con sus oficiales, sin resistir, ante el argumento incontrastable del fuerte capturado. Todo se había cumplido en pocos minutos, pero restaban los regimientos milicianos. A este tiempo contaba ya O´Higgins con el resto de los hombres que había dejado en las afueras y, sirviéndose de quienes conocían al vecindario, les solicitó ubicar a los oficiales patriotas, con cuya ayuda reemplazó a quienes tuvo por sospechosos. Los vecinos se dieron cuenta que ocurrían sucesos extraños, y "en medio de trajines, del ir y venir de soldados y de ocurrencias consiguientes, todo el mundo llegó a informarse y, cada quien a su modo y según sus afecciones, se regocijó o lo lamentó", dice el relato.
Los amigos, entre ellos cinco parientes de O´Higgins que vivían en Los Ángeles, lo buscaron para saludarle y ofrecerle colaboración. Don Bernardo hizo arriar la bandera española y, un grupo de damas, se comprometió a confeccionarle una de la patria. "Se la entregaron en poco tiempo, como que no era difícil coser tres franjas horizontales, blanco, azul y amarillo. Así, al clarear el nuevo día, los milicianos angelinos y los vecinos pudieron vitorear entusiastas al nuevo paño".
El fuerte de Los Ángeles se situaba en uno de los costados de la plaza de armas (Sur). Por escasos días O´Higgins y como era costumbre cuando estaba en Los Ángeles se alojaba en casa de su tío Manuel Riquelme de la Barrera, hermano de Isabel Riquelme, quien fue siempre soldado y hombre de confianza de don Bernardo posteriormente ascendió a sargento mayor, teniendo participación en la guardia personal de Honor de su sobrino Bernardo O’Higgins. La casa de don Manuel, se situaba en una esquina de las calles Colón con Colo Colo. En la ciudad también, vivían los tíos de don Bernardo: Estanislao, Francisco y Simón Riquelme.
Posteriormente, don Bernardo vuelve brevemente a su casa de Las Canteras para preparar por algunos días su partida hacia la zona central del país, iniciando así, un rol activo en el proceso de Independencia Nacional.
Documental: La Hija de O'Higgins
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