CUEROS EN EL RÍO TRAIGUÉN

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En el verano fui a Quichamahuida en un día de semana con poca gente. Estaba muy agradable, conversé con unas personas que me comentaron sobre un cuero que supuestamente se ve de vez en cuando en los ríos, especialmente en el Traiguén.
La señora Lucerina, contaba que hace años atrás iba a cruzar el río a caballo, cuando al acercarse al agua el caballo “comenzó a intranquilizarse” y no queriendo descender al río. Miró detenidamente a todos lados, pensando que quizá se trataba de la presencia de un animal, cuando observó que en el agua, algo oscuro que se asemejaba a una manta o un cuero de animal, flotaba sobre una profunda poza más abajo de unos árboles que la crecida del río había dejado en el invierno. Lo observó y no se movía, bajó del caballo y le tiró una piedra, entonces la cosa se sumergió rápidamente en la profundidad.
Lo más extraño era que desde el lugar donde se sumergió el cuero, salía una espuma. Doña Lucerina siempre estuvo segura de que se trataba del mítico “cuero”.
También narró una historia de segunda mano, la cual procedía de un pensionista que tuvo en su casa, un operador de una retroexcavadora que era trabajador de una empresa que laboraba haciendo una especie de terraplén en la ribera del río. El hombre extraía material en el río, en un instante se percató que en la pala llena de piedras y arena estaba una cosa oscura que se movía. Entonces, al depositar el material en la orilla, vio como la cosa se desplazó hacia el agua, desapareciendo en la profundidad. Él decía que no tenía forma de ningún animal conocido, pues no tenía extremidades, pero sin dudas se trataba de una criatura acuática, pues rápidamente se sumergió en el río. Doña Lucerina creía que se trataba del “cuero”.
Llegado a Traiguén hice el comentario en el Taska y aparecieron testigos presenciales que afirman a pie juntillas que sí existe, así como los pelos vivos en el agua que pueden llegar incluso a inmovilizar a las personas.
Un hombre de unos 70 años que como yo, degustaba de esos ricos sándwich que hace la Lily, me comentó que cuando era joven en el Castillo, vio sobre una gran piedra en el río que había algo extendido. A la distancia parecía ser una manta o un “pellejo” de animal. Entonces, al acercarse y estando a unos veinte metros de la piedra, la cosa se deslizó rápidamente hacia el suelo y se introdujo en el agua, perdiéndose de vista. Él dice que fue a ver dónde estaba y que solo vio que en el agua había algo semejante a la espuma.
El otro testimonio me lo entregó un hombre ya fallecido. Decía que más menos en 1955 trabajaba cortando árboles cerca del río; eran cerca del mediodía cuando oyó unos gritos entre los trabajadores, quienes señalaban algo sobre el agua, varios metros adentro. Al mirar, pudo ver una mancha oscura que avanzaba entre dos aguas hacia la orilla. La preocupación de todos se debía a que unos niños estaban pescando. La gente se metió en el agua con palos y lanzaron piedras a la cosa, al tiempo que sacaban a los niños. La cosa se detuvo unos instantes, a unos cuantos metros del lugar donde estaban, y luego retrocedió como impulsándose en reversa, sumergiéndose nuevamente. La criatura era grande, extendida como un cuero de vacuno, y de color pardo oscuro. Era algo vivo, pues se desplazaba en dirección de los niños como si percibiera el movimiento que estos hacían en el agua. En el lugar donde se hundió solo se pudo ver algo de espuma.
Hay un relato muy antiguo pero es más universal, lo he escuchado en varias partes con algunas variantes. Dice que hace años cuando la ropa se lavaba en el río, una madre dejó a su guagua cerca de la orilla y mientras se preocupaba del enjuague de la ropa, aparece, repentinamente el cuero, envolviendo y llevándose rápidamente a la guagua, no apareciendo nunca más.
Según la creencia mapuche, solo una machi puede matar un cuero vivo, pues tiene un origen diabólico, siendo necesario matarlo con algunas hierbas que solo ellas saben cuales son.

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